jueves, 23 de septiembre de 2010

Por la mañana yo dirijo mí Alabanza

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Por la mañana yo dirijo mí Alabanza,
A Dios que ha sido y es mí Única esperanza.
Por la mañana yo le invoco Con el alma,
Y le suplico que me dé su Dulce calma.

Y El nos escucha, pues nos Ama tanto,
Y nos alivia de cualquier Quebranto.
Nos da su mano poderosa y Fuerte,
Para librarnos de la misma Muerte.



Cuando la noche se aproxima Tenebrosa,
En elevarle mi oración mi alma Se goza;
Siento tu paz inagotable, dulce Grata,
Porque temores y ansiedad Cristo los mata.

También elevo mi cantar al Cielo,
Cuando a la tierra baja negro Velo;
El sol se oculta, pero queda Cristo
A quien mis ojos en el sueño Han visto.


Brilla su lumbre bienhechora Mientras duermo;
Pone su mano sobre mi, si Estoy enfermo.
Me fortalece, me alienta con El sueño,
Pues es mi Dios, mi redentor Y el es mi dueño.

Y al despertar por la mañana Siento
Que Dios invade mi alma y Pensamiento;
Veo a Jesús, mi Redentor Amado,
Por mí pecado en una cruz Clavado.


Veo la sangre de sus manos Que ha brotado;
Veo la sangre borbotando en Un costado;
Una corona con espinas en Su frente,
La multitud escarneciéndole Insolente.

Pero, que dicha cuando al cielo Sube,
Lleno de gloria en majestuosa Nube. //